Entrenar con pulsaciones
Hola a todos y todas, soy Marta y en esta entrada hablaremos sobre la importancia de entrenar en base a nuestras pulsaciones. En el mundo del entrenamiento cada vez contamos con más herramientas para personalizar y optimizar el rendimiento. Una de las más sencillas y potentes es el control de las pulsaciones. En mi centro de entrenamiento trabajamos con bandas de pecho para monitorizar la frecuencia cardíaca en tiempo real, y los resultados son muy positivos: los clientes aprenden a conocer mejor su cuerpo y a interpretar sus sensaciones con datos objetivos.
¿Por qué entrenar con pulsaciones?
La frecuencia cardíaca (FC) refleja directamente cómo responde nuestro sistema cardiovascular al esfuerzo. Saber cuántas pulsaciones por minuto alcanzamos durante el entrenamiento nos ayuda a entender si el estímulo es el adecuado para nuestro objetivo: mejorar resistencia, ganar potencia, quemar grasa o simplemente entrenar de forma saludable.
Muchas veces los clientes se dejan llevar por sensaciones subjetivas: “me noto cansado” o “parece que no estoy trabajando lo suficiente”. Controlar las pulsaciones aporta un criterio objetivo que permite ajustar la carga y, sobre todo, entrenar con seguridad.
Zonas de entrenamiento por pulsaciones
De forma general, podemos dividir la frecuencia cardíaca en zonas que orientan la intensidad del esfuerzo:
1. Zona de recuperación (50–60% de la FC máxima)
– Ritmo suave, ideal para calentar, enfriar o entrenar tras una jornada intensa.
2. Zona aeróbica básica (60–70%)
– Perfecta para mejorar resistencia y favorecer la quema de grasa.
3. Zona de resistencia aeróbica (70–80%)
– Aquí mejoramos la capacidad cardiovascular. Es la zona más usada en entrenamientos de running o ciclismo.
4. Zona anaeróbica (80–90%)
– Trabajamos potencia y velocidad, con esfuerzo intenso que no puede sostenerse demasiado tiempo.
5. Zona máxima (90–100%)
– Intensidad muy alta, solo apta para intervalos cortos y controlados.
Conocer estas zonas permite planificar sesiones adaptadas al objetivo de cada persona. Por ejemplo, no es lo mismo diseñar un entrenamiento para alguien que busca perder peso que para un cliente que quiere mejorar sus tiempos en una carrera.
Bandas de pecho: precisión y aprendizaje
En nuestro centro utilizamos bandas de pecho porque ofrecen mayor precisión que los sensores de muñeca. Además de registrar en tiempo real las pulsaciones, permiten al entrenador analizar cómo evoluciona el esfuerzo a lo largo de la sesión.
Esto genera dos beneficios clave:
– Mayor personalización: podemos ajustar la intensidad de la sesión al nivel de cada cliente, evitando tanto el sobreentrenamiento como quedarse por debajo del estímulo necesario.
– Educación del cliente: la persona aprende a identificar sus sensaciones (“me falta aire”, “siento fatiga en las piernas”) con la respuesta real de su corazón. Así, poco a poco, puede entrenar de manera más consciente y autónoma.
Entrenar con pulsaciones es como llevar una brújula interna: nos orienta sobre dónde estamos y hacia dónde queremos ir. Gracias a la monitorización con bandas de pecho, en nuestro centro ayudamos a que cada cliente entrene en la zona adecuada, mejore sus resultados y, sobre todo, lo haga con seguridad.
En definitiva, el corazón no miente: escuchar sus latidos es la clave para entrenar mejor.



